jueves, 31 de mayo de 2012

Al final de los tiempos



¿Qué hace una vida más interesante que otra? Cada quien podrá decir que la vida se vive por uno mismo y esto la hace más interesante aunque para ello intervienen muchas variables distintas a las que comúnmente se piensan. Una de estas variables es  Como contarla.

Mi padre, por ejemplo, contaba sus experiencias de una forma tan interesante que recuerdo que de niño me imaginaba a ese señor moreno entrar por motivos de trabajo a lugares tan recónditos de Izabal y conocer personajes interesantes.   El día que un marinero ruso le entregó una cámara fotográfica en pago de alguna autenticación de su pasaporte, o las gallinas que recibió como compensación por los trámites de algún campesino del lugar, me hacían reírme y a la vez aprender que al trabajar por vocación el pago no se reduce a algo tan efímero como el dinero.

Por otro lado, mi tío era diferente para contar algún relato. Ojalá hubieran sido sus propias experiencias pero lastimosamente eran situaciones ajenas a su vida.  Sus comentarios tan llenos de sarcasmo y -en algunos casos- con desprecio por los pequeños detalles, hacían que sus enseñanzas no calaran tan hondo como las de mi padre. Por ello estoy seguro que ni las recuerdo.

Hoy tengo la misma edad de ambos y pienso que he vivido cosas tan excitantes como las vividas por ellos.   Esos si, cada uno ha pasado por situaciones, sino similares, comparables y aún más edificantes.  El primer trabajo, el primer despido, el cambio de casa, el miedo ante el futuro, la incertidumbre del presente, la perdida de amigos y las tardes de lluvia. Cada quien recuerda lo que desea en los momentos exactos.

Solamente hay una diferencia: las imágenes que yo tenía en mi cabeza las fui creando gracias a cómo conversaba con mis padres. En estos tiempos compartimos fotografías de forma digital sin motivar al cerebro a imaginar lo descrito, mucho menos crear estas imágenes según nuestras concepciones.

Esto motiva a regresar un poco al pasado, a lo sencillo, a lo original.  En una noche cualquiera encendemos una vela, apagar los celulares, desconectar la televisión, reunirnos con la familia en torno a una mesa, relajarnos y viajar a una senda mágica al iniciar:  Les contaré una historia… 

Tarea final del curso de Lenguaje.

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